Algunas Cartas:
Metrovias: quisiera que como buen pasajero que soy de ustedes, me gustaría que los subtes pasen con más frecuencia ya que tanto en la hora pico como no pico se esta viajando muy mal y encima tanto en verano como invierno no circula aire en los trenes ni en las estaciones. Deberían poner más subtes en circulación.
Además en el pasaje que se hace la combinación entre las líneas B, C y D hay es olor inrespirable que no se tolera y encima hace mal para la salud; en la estación Retiro falta la manguera hidrante, y además a las 8:30 ya hay olor que no se a que se debe, tienen que poner más boleterías en las estaciones debido a que las colas son interminables o desde luego poner máquinas expendedoras de boletos que anden. Los trenes deberían recibir mayor mantenimiento. Los trenes de la linea A cambiarlos ya que estan demasiados viejos.
TBA: quisiera que en el Ramal Tigre-Retiro, pasen más trenes debido a que en la hora pico, en la mayoría de los casos, tengo que dejar pasar 3 trenes para poder subirme debido a la cantidad de gente que viaja a la mañana y a la tarde. Además los trenes deberían recibir mayor mantenimiento ya que el ruido que hacen las ruedas son catastrófico.
Fernando
Queridos amigos de Metrovías:
Quiero darles las gracias porque a sus constantes cortes de servicio, comenzó una nueva etapa en mi vida, mucho más madura, superadora y constante. Antes era un jóven bastante flojo, solo tomaba la línea D, sabía en qué estación bajar y llegaba; pero gracias a ustedes, con sus constantes cortes de servicio, paros sorpresivos, huelgas de trabajadores que no ven más allá de su propio derecho (también conocido como "bolsillo"), me pusieron frente a lo que es LA vida: una selva.
La selva es bastante túpida, llena de animalitos de carroña donde, para poder pasarla, hay que tener un espíritu inquebrantable y no dejarse atemorizar por las probables amenazas de un mundo tan hostil donde -casi- nadie te ayuda, e incluso te podés perder. Y esta última sensación fue la que más se apoderó de mí en varias ocasiones, sentí temor de no poder volver a casa. Tuve que agudizar mis sentidos y afilar las garras para vencer el temor, conocer nuevos lugares, familiarizarme con nuevos lugares (¿ya dije que los cortes son constantes?) y darle para adelante, preguntar, preguntar y preguntar. Así es como conocí tantos lugares nuevos, tanta gente indignada de la que me alegro no tener ese humor típicamente porteño, aprendí a usar casi todas las líneas de colectivos sin recurrir a la Guía T o poder ejercitar con una sana caminata.
Gracias a ustedes, conozco más de la City Porteña y ya no tengo miedo de perderme, ni le tengo miedo a las caras desconocidas que pueden ser caras de calles nuevas, caras de edificios nuevos o simplemente gente que va de un lado para otro sin fijarse en el otro. Lo único que pido para esta navidad, y quizás para el año próximo, es que los coches no hagan más ese ruido chirriante como si un pedazo de fierro estuviera rayando otro hierro. Ya me adapté mentalmente para superar los obstáculos casi diarios que imponen, pero todavía no me acostumbré a ese chirrido; será cuestión de tiempo.
Germán
sábado, 22 de diciembre de 2007
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